Historia



Fueron los navegantes griegos que se hacían a la mar buscando nuevos recursos y mercados para sus productos, quienes fundaron primero la ciudad de Cuma y después, en el siglo VII a.C., la ciudad de Parténope que luego se llamaría Neápolis (ciudad nueva). Importante puerto comercial para Grecia, más tarde, en el año 326 a. C., se convirtió en colonia romana. Ya durante estos siglos la ciudad se caracterizaba por su pasión por el canto y era considerada más musical que Roma por lo que en el año 63 d.C. el mismo emperador Nerón consideró oportuno exhibirse ante sus habitantes acompañándose con la lira.

Con la caída del Imperio Romano, Nápoles pasó a manos de los invasores germánicos, luego del emperador de Bizancio, de los Normandos, de los Suevos, de la Casa francesa de Anjou, de los Aragoneses y de los Virreyes españoles, de los Borbones y, finalmente, en 1860 pasó a formar parte de la Italia unificada. Estas dominaciones que se sucedieron a través de los siglos dejaron sus huellas, por lo que en el idioma -a parte del predominio del latín- quedaron palabras de origen griego, francés, español y hasta árabe. En el siglo XIII, Federico II de Suevia impulsó la vida cultural de la ciudad y fundó su Universidad. En estos años se originaron dos de los cantos populares más antiguos que han llegado hasta nuestros días con las naturales modificaciones producidas a través de los siglos: Jesce Sole, una invocación al astro que nos da vida:



Jesce sole,
nun te fa’ cchiù suspirà
siente maie ca li ffigliole
hanno tanto da prià

Sal sol,
no hagas que suspiren más por ti
no escuchas acaso que las muchachas
tienen mucho que rezar



y el Canto delle lavandaie del Vomero "Canto de las lavanderas del Vomero", (el Vomero es una colina de Nápoles donde actualmente hay un populoso barrio).
A fines del siglo XV surge la pasión por la Villanella, un género de canción derivado de un baile campestre de origen popular que luego entró en las casas aristocráticas y fue también adoptado por famosos compositores como Orlando di Lasso, Carlo Gesualdo y Claudio Monteverdi. Desde Nápoles se difundió por todas las regiones de Italia y cruzó las fronteras hacia otros países europeos con el nombre de "villanella o villanesca alla napoletana". En Nápoles se cantaba a una o a varias voces, en los salones, en las academias, en las calles, plazas, hosterías y riberas con el acompañamiento de varios instrumentos (entre ellos el típico "calascione" instrumento de cuerda parecido a un laúd pero con el mango muy largo, derivado aparentemente del "tanbur" turco, que se dejó de usar en el siglo XVIII), en ocasión de fiestas populares o familiares y exhibiciones de canto. Entre las más conocidas se cuentan: Vurria ca fosse ciaola (Quisiera ser garza), Voccuccia de no pierzeco apreturo (Boquita de durazno que está por madurar) y Villanella che all’acqua vai.

En el siglo XVII, momento de surgimiento de la opera lírica, del melodrama, la villanella pierde fuerza. De estos años data la célebre canción Michelemmà, que ha llegado hasta nuestros días así como Cicerenella.
A principios del siglo XVIII nace la Opera buffa que inicialmente representa personajes y ambientes populares y luego también duques, condesas, barones, etc. Las escenas y las partes cantadas eran en dialecto napolitano. Los dúos, arias amorosas y minué escritos para esas escenas se convirtieron en las canciones del pueblo y de los salones aristocráticos. Con frecuencia, una canción popular antigua, elaborada o transformada por los autores de las óperas para ser incluida en sus partituras, volvía a ser popular. De este siglo son las famosas canciones Lo Guarracino y Fenesta Vascia. El año 1839 marca un hito importantísimo: surge el primero y uno de los mayores éxitos de la canción napolitana de autor de todos los tiempos: Te voglio bene assaie escrita por Raffaele Sacco, óptico de profesión, cuya música hay quienes dicen que fue escrita por Gaetano Donizetti y quienes por Filippo Campanella. La canción fue presentada el 7 de septiembre en la fiesta de Piedigrotta y causó gran furor, tanto es así que se vendieron más de 180.000 “copielle”, es decir textos impresos con la letra y la música de la canción. ¿Qué era la Fiesta de Piedigrotta? Debemos remontarnos a la época romana cuando, en una gruta en la colina de Posillipo, en la noche del 7 de septiembre, se desarrollaban rituales orgiásticos en honor a “Priapo” el dios de la fecundidad. El virrey Pedro de Toledo que dominaba Nápoles en el siglo XVI, para terminar con los ritos paganos que seguían practicándose allí hizo construir una pequeña capilla en honor a Santa María de la Gruta. Con el pasar del tiempo el culto mariano llevó muchos fieles a la pequeña capilla y los pescadores de Mergellina decidieron erigir un pequeño templo a la Natividad de la Virgen María a la que en esa fecha el pueblo concurría con gran devoción. La fiesta religiosa, con el pasar del tiempo se convirtió en una ocasión donde se presentaban diferentes canciones, a modo de festival. Después del éxito de Te voglio bene assaie, Teodoro Cottrau, hijo del francés Guillermo Cottrau radicado en Nápoles, compuso la famosa canción Santa Lucia en el año 1850. Pero es en 1880 que comienza el llamado período de oro de la canción napolitana que durará unos cincuenta años. Ese año Turco y Denza componen la famosa Funiculì funiculà para la inauguración del primer funicular del Vesubio, que es presentada en Piedigrotta obteniendo un éxito tal que los editores Ricordi venden un millón de copias. En 1882 el gran poeta Salvatore Di Giacomo comienza su creación con Nannì, a la que le siguen Marechiaro, ‘E spingole frangese, Palomma ‘e notte, Carulì, A retirata, Era de maggio, etc. Coetáneo de Di Giacomo, el poeta Ferdinando Russo escribe Scetate, Serenata a Pusilleco, Quanno tramonta ‘o sole, Tammurriata palazzola, etc. También el gran poeta Gabriele D’Annunzio quiso dar en 1892 su contribución poética al patrimonio artístico cultural napolitano con ‘A Vucchella, escrita en el Café Gambrinus a raíz de una apuesta, musicalizada por Francesco Paolo Tosti. En este período, éstas y muchísimas otras canciones -entre ellas Io te vurria vasà (V. Russo/Di Capua), Dicitincello vuje (Fusco/Falvo), Maria Marì s(V. Russo/Di Capua), ‘O surdato ‘nnammurato (Califano/Cannio), Reginella (Bovio/Lama), Chiove (Bovio/Nardella), Tu ca’ nun chiagne (Bovio/De Curtis), ‘O sole mio (Capurro/Di Capua), Passione (Bovio/Tagliaferri/Valente), Torna a Surriento (De Curtis/De Curtis), Santa Lucia Luntana (E.A. Mario), etc. - se convierten en patrimonio de todas las clases sociales ya que todos se identifican con ellas. Su éxito se debe a diversos motivos entre los cuales podemos destacar los siguientes:

  • Se forma un grupo de poetas y compositores de gran valor que escriben canciones de gran belleza y popularidad;
  • Nacen las editoriales musicales y, en los primeros años del siglo XX da sus primeros pasos la industria discográfica;
  • La fiesta de Piedigrotta se convierte en una formidable ocasión de promoción de las canciones;
  • Nacen los primeros “café chantant” y los primeros teatros de variedades, puntos de encuentro estables donde casi todos los días podían escucharse canciones napolitanas;
  • Los “posteggiatori”, músicos que se exhibían en los restaurantes, cafés y bodegones, difundieron las canciones entre un público cada vez más amplio con el “concertino” grupo formado por guitarra, mandolina y/o violin (Giovanni De Francesco llamado «'O Zingariello» -el gitanillo- fue el más célebre de fines del siglo XIX);
  • Las canciones napolitanas entran en el repertorio de los grandes cantantes líricos de fama internacional como Enrico Caruso, que las difunden en sus conciertos;
  • La ausencia de una verdadera competencia: todavía no existe la canción italiana y no hay ecos de música extranjera.

  • Más tarde llega un momento en que la invasión de las canciones de los EE.UU., el comienzo del cine hablado, la difusión de los discos y las dificultades para montar espectáculos en los teatros, contribuyen al ocaso de la canción napolitana, que tendrá que esperar hasta la posguerra para adueñarse de los nuevos ritmos y del nuevo estilo y demostrar su vitalidad inextinguible a través de nuevas canciones. Nacen así por ejemplo: Munasterio e’ Santa Chiara (Galdieri/Barberis), Anema e core (D’Esposito/Manlio), Scalinatella (Bonagura/Cioffi), Serenatella sciuè sciuè (De Mura/Albano), Simmo ‘e Napule Paisà (Fiorelli/Valente), Luna Rossa (De Crescenzo/Vian), Scapricciatiello (Vento/Albano), Malafemmena (Totò), etc. También entre 1952 y 1969 tiene lugar el Festival della Canzone Napoletana de donde surgen, por ejemplo, Guaglione y Lazzarella de Aurelio Fierro, etc.

    Bibliografía consultada:
    DE MURA, Ettore, Enciclopedia della Canzone Napoletana. Napoli, Casa Editrice Il Torchio, 1969.
    PETRIELL, Dionisio, Antología de Poetas Napolitanos. Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, 1987.
    PITTARI, Carmelo, La Storia della Canzone Napoletana. Dalle origini all’epoca d’oro. Milano, Baldini Castoldi Dalai Editore, 2004.
    SCIALÒ, Pasquale, La Canzone Napoletana. Dalle origini ai nostri giorni. Roma, Tascabili Economici Newton, 1995.